Amarante
Atravesada por el río Tâmega, el mayor afluente del Duero, Amarante es una de las encantadoras ciudades que no hay que perderse en un viaje por la Región Norte de Portugal.
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Sobre Amarante
Descubriendo el norte
La historia de Amarante está ligada a su santo patrón San Gonzalo, un monje benedictino que se estableció en la ciudad en el siglo XIII, después de peregrinar por Italia y Jerusalén.
A él se debe la construcción del Puente de São Gonçalo, uno de los símbolos más famosos de la localidad y testigo histórico de la resistencia de los portugueses a la conquista de Napoleón en el siglo XIX.
Pegada al puente se encuentra la Iglesia de São Gonçalo, construida en 1540 y declarada Monumento Nacional.
Muy cerca se puede visitar el Museo Amadeo de Souza-Cardoso, ubicado en uno de los claustros del Monasterio de São Gonçalo y que acoge una colección de arte modernista y contemporáneo. Tampoco hay que perderse las iglesias barrocas de São Pedro y São Domingos.
Paradas dulces y naturales
En un paseo por Amarante es inevitable caer en la tentación y entrar en una de sus pastelerías para probar y comprar los famosos dulces de la ciudad: papos de anjo, brisas del Tâmega, tocino de cielo, pasteles de San Gonzalo…
Y tan imprescindibles como sus dulces son algunas paradas cercanas como la Sierra de Marão y el valle de Ansiães, así como recorrer los paisajes llenos de viñedos que asoman al Duero en las localidades de Peso da Régua y Mesão Frio.