Orense
Los baños termales y el pulpo son las excusas más famosas para visitar Ourense. Pero hay más: una plaza inclinada, un mercado lleno de sabores gallegos y un asombroso legado romano.
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Sobre Orense
Tapas, historia y mucho pulpo
La historia de Ourense se remonta a tiempos de los romanos, que dieron origen a la ciudad y desde entonces esta monumental urbe gallega no ha dejado de enriquecerse.
De su conjunto monumental no hay que perderse la plaza Mayor, una de las pocas plazas inclinadas de Europa, el claustro de San Francisco, y la magnífica Catedral con su Pórtico del Paraíso, que aún conserva su policromía original.
Tras abastecerse de sabores gallegos en su mercado de abastos (panes de Cea, queso de Arzúa y marisco de las rías) y en sus famosas pulperías (no hay que irse de Orense sin probar el pulpo), la ruta prosigue por las joyas modernistas. Entre las más espectaculares están La Casa Junquera y el edificio del antiguo hotel Miño.
La noche trae otras paradas llenas de tradición (y sabor) a Os Viños, alrededor de la plaza do Ferro, el punto de encuentro obligado para tapear a buen precio en sus innumerables tabernas.
La ciudad del agua
Ocho puentes cruzan el río Miño en Ourense, que en la época romana albergaban oro. Hoy en día el valor de esas aguas no está en el precioso metal, sino en sus altas temperaturas que las han convertido en aguas termales. Los baños termales se reparten por toda la ciudad y muchos son gratuitos.
Una de las paradas obligadas en Ourense es las fuentes de As Burgas, que, junto con el Santo Cristo y el Puente Romano, forman los símbolos de la ciudad. Sus aguas emanan a 67ºC desde tiempos romanos y el circuito por sus antiguas termas se completa con 90 minutos de baño y sauna, convirtiéndose en un spa en pleno centro urbano.